Un bebé pequeño boca arriba acostumbra a comenzar sus exploraciones con sus manos y pies, se las mira y las chupa, hay mucho trabajo en ello, implica una coordinación óculo-manual y el propio control de la cabeza que necesita de estos ejercicios antes de darse la vuelta boca abajo y poder controlarla en alto.
Un bebé pequeño boca arriba no mostrará mucho interés en los objetos externos al principio, está en un momento de conocimiento y control incipiente de su propio cuerpo, esto no quiere decir que se aburra ni que debamos darle objetos en la mano para que «juegue».
El juego debe ser una actividad espontánea, por propia voluntad y por placer, si les colocamos jueguetes en las manos estamos impidiendo que descubran su propio cuerpo y puede generar una dinámica de dependencia donde el bebé espere constantemente nuestra intervención, sin casi saber que por sí mismo puede decidir con qué jugar, de qué manera y durante cuánto tiempo.
¿Entonces cuál es el papel de educadores y familia?
Es fundamental que el bebé se sienta seguro y sepa que hay un adulto disponible para acompañarlo en las situaciones que no pueda gestionar y también necesita saber que ese adulto confía en sus capacidades para poder desplegar sus competencias.
Además, debemos preparar un espacio y unos materiales pertinentes para el momento de desarrollo y madurativo de cada bebé y niño pequeño.
¿Cuándo les damos materiales externos?
Esperamos a dar un objeto a un niño cuando empieza a mostrar interés por lo que le rodea: estira sus manos, gira la cabeza a mirar alrededor, busca a su madre, agarra su propia ropa queriendo llevarla a la boca… Esto suele ocurrir una vez pasados los 3 meses.
Solemos empezar con 3 o 4 materiales de fácil manipulación y completamente seguros colocados al lado del bebé, a los que pueda llegar cuando tenga interés, que pueda agarrar, chupar y estrujar sin peligro.
Si nos fijamos, podremos ver que los bebés empiezan manipulando los objetos en una forma muy parecida a como experimentaban con sus propias manos al principio. Es parte del proceso y es importante no apresurarse, darles tiempo y confianza.
Se trata también de aprender a mirar a nuestros hijos, de conocerlos en esa actividad autónoma y espontánea para saber en qué momento están y qué necesitan. Si nos fijamos en los detalles, en cada gesto del bebé y el trabajo que hay detrás nos podremos dar cuenta de que en los momentos de juego no necesitan más que tiempo, espacio, materiales pertinentes y la tranquilidad de saber que hay alguien que los cuida y los atiende.
EL PAÑUELO
Emmi Pikler sugiere que el primer juguete del bebé, entre los 3 y 6 meses, sea una pequeña tela (pañuelo) de algodón y colorido para que sea fácil de ver:
«Puede ignorarla durante semanas, pero por lo general la nota rápidamente, la estruja, la retuerce de esta o esa manera, la pone en su boca. A menudo, el niño la pone en sus ojos y entonces se sorprende cuando de repente se encuentra a sí mismo en la oscuridad.»
(Éva Kállo y Györgyi Balog en «Los orígenes del juego libre»)
Al principio puede que lo agarre casi por casualidad, cuando su mano lo encuentre al paso, y a medida que desaparezca el reflejo de prensión junto con las vivencias táctiles que ya haya tenido, le permitirán seleccionar los objetos con intención.
El clásico Pañuelo Pikler tiene unas dimensiones de 35x35cm, se busca el contraste para que lo pueda ver con facilidad.
El Pañuelo no se le da en la manos, se le deja al alcance, ya sea en el suelo o en la cuna o el espacio donde el bebé pase los primeros momentos boca arriba de forma relajada y en actividad.
El Pañuelo se deja como una «montaña» al alcance, de forma que le facilitamos verlo y agarrarlo, poco a poco ya podremos ir incluyendo otros objetos que impliquen mayor destreza, a medida que vaya desarrollando sus capacidades de manipulación.
Si te animas a probarlo verás que el Pañuelo Pikler puede acompañar largos ratos de juego, es muy sencillo de manipular, si se le cae encima no le va a doler y podrá volverlo a agarrarlo sin ayuda, podrá chuparlo y se adaptará perfectamente a las formas de manipulación de un bebé pequeño.
En Pikler-Loczy lo usan también como transición de la vigilia al sueño, las telas aportan también eses simbólico del cuidado y la expresión emocional.
Los pañuelos y las telas son un material desestructurado por excelencia y a medida que crezcan lo podrán seguir usando, una tela es un material súper versátil, los sorprenderá al ver los mil usos que les pueden llegar a dar a una material tan sencillo a lo largo de la infancia.
El Pañuelo Pikler es un material muy rico para el juego libre y la actividad espontánea del bebé y niños en general, sencillo y económico.
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